2012/03/04

Tu amor no cuesta nada


Una tarde, un pequeño se acercó a su madre que preparaba la cena en la cocina, entregándole una hoja de papel en la que había escrito algo. Después de secarse las manos y quitarse el delantal, ella leyó lo que decía la nota:

- Cortar el césped del jardín… 15.00
- Limpiar mi cuarto esta semana… 5.00
- Cuidar de mi hermano… 5.00
- Ir a la panadería… 0.50
- Sacar la basura toda la semana… 2.50
- Libreta con buenas calificaciones… 50.00
- Limpiar el patio… 5.00
- TOTAL ADEUDADO… 83.00

La madre lo miró con fijeza mientras él aguardaba expectante. La madre tomó un lapicero y en el reverso de la misma hoja anotó:

- Por llevarte 9 meses en mi vientre
y darte la vida… NADA
- Por tantas noches de desvelos,
curarte y orar por tí… NADA
- Por la alegría y el amor de nuestra
familia… NADA
- Por temor y preocupaciones cuando
enfermabas … NADA
- Por comida, ropa y educación… NADA
- Por tomar tu mano y darte apoyo… NADA

Cuando el niño terminó de leer lo que había escrito su madre,
tenía los ojos llenos de lágrimas.
La miró a los ojos y le dijo:
“Te quiero mamá…”;
luego tomó el lapicero y escribió con letra muy grande: “TOTALMENTE PAGADO”.

Moraleja: Así somos las personas, como niños, queriendo recompensa por las buenas acciones que hacemos.
Es difícil entender que la mejor recompensa es el AMOR y, que para nuestra suerte, es totalmente GRATIS!!!


Depende de la forma

Un Sultán soñó que había perdido todos los dientes.

Después de despertar, mandó llamar a un Sabio para que interpretase su sueño.

¡Qué desgracia Mi Señor!, exclamó el Sabio, Cada diente caído representa la pérdida de un pariente de Vuestra Majestad.

¡Qué insolencia!, gritó el Sultán enfurecido,
¿Cómo te atreves a decirme semejante cosa? ¡Fuera de aquí!

Llamó a su guardia y ordenó que le dieran cien
latigazos.

Más tarde ordenó que le trajesen a otro Sabio y le contó lo que había soñado.

Este, después de escuchar al Sultán con atención, le dijo:

¡Excelso Señor! Gran felicidad os ha sido
reservada. El sueño significa que sobrevivirás a
todos vuestros parientes.


Se iluminó el semblante del Sultán con una gran
sonrisa y ordenó que le dieran cien monedas de oro.

Cuando éste salía del Palacio, uno de los cortesanos le dijo admirado:

¡No es posible! La interpretación que habéis
hecho de los sueños es la misma que el primer Sabio. No entiendo porque al primero le pagó con cien latigazos y a ti con cien monedas de oro.

Recuerda bien amigo mío, respondió el segundo
Sabio, que todo depende de la forma en el decir..
uno de los grandes desafíos de la humanidad es
aprender a comunicarse.

De la comunicación depende, muchas veces, la
felicidad o la desgracia, la paz o la guerra. Que la verdad debe ser dicha en cualquier situación, de esto no cabe duda, mas la forma con que debe ser comunicada es lo que provoca en algunos casos, grandes problemas.


La verdad puede compararse con una piedra
preciosa. Si la lanzamos contra el rostro de alguien, puede herir, pero si la envolvemos en un delicado embalaje y la ofrecemos con ternura ciertamente será aceptada con agrado.

¿Y si pudiese volar?...



Un hombre encontró un huevo muy grande. Nunca había visto nada igual y decidió llevarlo a su casa. 
-¿Será de un avestruz? -preguntó a su mujer. 
-No. Es demasiado abultado -dijo el abuelo. 
-¿Y si lo rompemos? -propuso el hijo. 
-Es una lástima. Perderíamos una hermosa curiosidad -respondió cuidadosa la abuela. 
-Ante la duda, lo voy a colocar debajo de la pava que está empollando huevos. Tal vez con el tiempo nazca 
algo- afirmó el hombre. Y así lo hizo. 
Cuenta la historia que a los quince días nació un pavito oscuro, grande, nervioso, que con mucha avidez 
comió todo el alimento que encontró a su alrededor. Luego miró a la madre con vivacidad y le dijo: 
-Bueno, ahora vamos a volar. 
La pava se sorprendió muchísimo de la proposición de su flamante cría y le explicó: 
-Mira, los pavos no vuelan. Te sienta mal comer deprisa. Entonces trataron de que el pequeño comiera 
más despacio, el mejor alimento y en la medida justa. 
El pavito terminaba su almuerzo o cena, su desayuno o merienda y les decía a sus hermanos: 
-Vamos, muchachos ¡a volar! 
Todos los pavos le explicaban entonces otra vez: 
-Los pavos no vuelan. A ti te sienta mal tanta comida. 
El pavito empezó a hablar más de comer y menos de volar. 
Así que creció y con el tiempo murió en el corral. Murió sin haber logrado volar jamás, ¡Él era un cóndor! Había nacido para volar hasta los 7,000 metros. 
¡Pero nadie volaba...!
 










Fuente: http://esp.lacoctelera.net/post/2008/11/04/y-si-pudieses-volar